“Como Dios no podía estar en todas partes, tuvo que inventar a las madres”Proverbio judío
Katherine Ellison es una exitosa periodista de investigación, ganadora de un premio Pulitzer, que fue madre tardía (38 y 41 años) y eso le enfrentó a todos los prejuicios sociales sobre la capacidad de las madres. En vez de creerlo y reproducir los errores del Sistema, se dedicó a entrevistar a decenas científicos, y plasma las conclusiones en el libro “La Inteligencia Maternal”, editado en español por Editorial Destino, que desmiente con pruebas la infravaloración maternal y sentencia que “tener un hijo nos mejora el cerebro“.
1. LAS MENTIRAS
La leyenda urbana dicta que al concebir hijos y vivir en el universo infantil de leche, pañales y papillas se pierde inteligencia y que nuestro cerebro se convierte en gelatina. Incluso en una investigación estadounidense los científicos mostraron a voluntarios imágenes de mujeres en diferentes trabajos, en los que en algunos casos la modelo tenía una almohada bajo su ropa para parecer embarazada, y automáticamente, los voluntarios dijeron que la mujer embarazada era la menos competente y, por lo tanto, merecía un sueldo mas bajo.
“La merma de la capacidad intelectual es, junto con las varices y el ensanchamiento de caderas y demás curvas corporales, uno de los inconvenientes que tradicionalmente acompañan el destino reproductor femenino… ¡Un amigo me llegó a decir que en el parto, con la placenta, expulsaría parte de mi cerebro!”
Katherine Ellison
El feminismo de la falsa igualdad (no de la diferencia) ha reforzado el rechazo a la crianza o al cuidado del hogar y feministas ilustres como Simone de Beauvoir y Betty Friedman, aseguraban que la maternidad “arruina tu vida y contribuye a la opresión”.
“Las mujeres que se dedican sólo a las tareas del hogar son cadáveres andantes. Se vuelven dependientes, pasivas e infantiles; reniegan de su condición de adultas para vivir en un estadio inferior en el que sólo se preocupan por la comida y por los bienes que poseen. Las tareas que llevan a cabo no requieren capacidad adulta alguna, no tienen fin, son tediosas y quedan sin recompensa”
Betty Friedman en “The Femenine Mystique”
La misma retórica que consiguió que las mujeres ocupasen su lugar en el mercado laboral y en la sociedad, se encargó de alimentar el prejuicio de que la maternidad afecta al cerebro.
Lamentablemente, esta hostilidad hacia la maternidad sigue viva en siglo XXI tanto en la calle como entre intelectuales. La francesa Corinne Maier, heroína de la contra-cultura, afirma que “la maternidad es el caviar emocional de los pobres” y que “las grandes creadoras y mujeres realizadas están libres de hijos”, y aunque parte de su discurso, que ya analizaremos, es una buena crítica social, otra está muy equivocada y lo único que consigue es reforzar la sociedad patriarcal y aplastar más la energía femenina (con o sin hijos).
2. LOS HECHOS
En el libro “La Inteligencia Maternal”, Katherine Ellison demuestra a partir de recientes investigaciones científicas que la maternidad contribuye a estimular la inteligencia de las mujeres al enfrentarlas a nuevos retos, y que tanto el parto como la crianza de un hijo provoca en el cerebro femenino cambios concretos y perdurables por medio de una combinación dinámica de amor, genética, hormonas y práctica.
El libro ofrece 5 interpretaciones diferentes de “inteligencia”: perspicacia, habilidad para combatir el estrés, motivación, eficiencia e inteligencia emocional.
“Desde un punto de vista neurológico, para el cerebro tener un hijo implica una revolución. Cambia la vida porque presenta desafíos físicos, mentales y mecánicos: tienes que responder a infinidad de desastres a un tiempo. Y como todo reviste una gran importancia, es lógico que sea una época de aprendizaje y de cambios mentales. Pocas cosas harán más por tu cerebro que tener un hijo”
Michael Merzenich, pionero en el estudio del desarrollo cerebral de la Universidad de California
“En cambio, aunque muchas madres creen que han perdido células cerebrales con la placenta, esto no encaja en absoluto con la pura lógica de la evolución.En ningún momento de la vida, una mujer debería estar tan alerta y consciente como cuando está protegiendo y alimentando a un recién nacido.
Esta perspectiva empezó a interesarme poco después de tener a mi segundo hijo, en 1998, cuando leí acerca de los estudios pioneros realizados por dos neurocientíficos que trabajaban en Virginia. Craig Kinsley y Kelly Lambert, padres ambos, comparaban la función mental de las ratas hembras que nunca habían dado a luz con la de ratas que habían tenido más de un par de camadas. Enseguida se vio muy claro que las ratas madres aprendían más deprisa y recordaban con más eficacia el camino en un laberinto. Es más, la repetición de las pruebas demostró que la mejora de las madres en destreza mental les duraba toda la vida, mucho después de terminar de cuidar a sus últimas crías. Para explicar esas mejoras, que ellos mantienen que se producen tanto en humanos como en animales, Kinsley y Lambert se centraron en dos mecanismos de la maternidad que podían ser potenciadores del cerebro: las hormonas y la estimulación”
Katherine Ellison
“La Inteligencia Maternal” es también es un libro práctico lleno de historias vivas y divertidas sobre madres actuales, que rompe clichés, y la autora ofrece 10 consejos para aprovechar al máximo el cerebro de madre:
No te rindas a la maternidad. Sácale partido
Honra tus prioridades
No subestimes el poder del sueño
Aprende a ver el lado bueno de las cosas
Apuesta por la oxitocina
Relaciónate
Sal a pasear (el ejercicio físico potencia el buen estado de ánimo)
Tú primero (como las mascarillas de oxígeno en los aviones)
Varias tareas a un tiempo sí, pero con mesura
Si quieres cambiar el mundo, empieza por el tuyo
Y sus conclusiones no excluyen a los PADRES:
“Los papás modernos y comprometidos pueden tener algunos de los mismos beneficios de la paternidad, como el aprendizaje y la memoria, que se han encontrado en las ratas maternas. La clave parece ser el grado en que se involucren con los hijos”.
Respecto al importantísimo tema de la conciliación familiar y personal, le preguntaron en una entrevista a la autora que opina sobre la afirmación de que las mujeres que tienen educación universitaria y no trabajan fuera de casa defraudan a la sociedad, y ella contestó esto:
“Se podría decir también que las mujeres que tienen una educación superior e ignoran a sus hijos están haciendo daño a la sociedad”.
Katherine Ellison también declaraba que tiene puestas sus esperanzas en que los empresarios se den cuenta de la importancia que la familia tiene para el entorno sociolaboral del trabajador y que apoyen a los padres y madres trabajadores cuando éstos soliciten trabajar menos horas o en jornada continuada.
La conclusión de todo esto es que el proceso de crianza de los hijos, empezando en el embarazo, es una vía de enriquecimiento personal y de neurogénesis (desarrollo de nuevas neuronas).
No es la única, pero al menos ahora las madres criadoras ya sabemos que no necesitamos ningún aparatito con juegos mentales para fortalecer nuestros cerebros porque responder a las necesidades de nuestros bebés mamíferos ya nos aporta todos los estímulos que necesitamos.
La crianza materna y paterna consciente es lo que más talento exige en nuestra sociedad
y la clave para un mundo mejor.
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