lunes, 1 de febrero de 2010

EDUCACIÓN SEXUAL

De nuevo la educación sexual se pone a debate en nuestros días, desde vínculos os recomendamos este artículo de uno de nuestros colaboradores. El psicólogo Jose Mª Fernández Chavero.


Una de las características de los padres de todas las épocas es que se preocupan por sus hijos y nosotros no vamos a ser menos en un tiempo en el que hay motivos más que sobrados para ello.
A los ya consabidos y no solucionados asuntos del excesivo consumo de alcohol y de drogas por nuestros jóvenes o el creciente fracaso educativo, ahora se añadirán las consecuencias de unas medidas inadecuadas en la vida sexual. Me explico para no caer en vaguedades infundadas que puedan confundir. Somos seres sexuados desde siempre, lo cual es uno de los aspectos más fundamentales y que más nos definen de nuestra vida privada y social desde el mismo momento en el que comienza nuestro caminar como humano.
El sexo es fuente de satisfacción, de amor y de placer y se expresa con diferentes intensidades a lo largo de la vida y es la adolescencia la etapa en la que irrumpe ese inmenso chorro de hormonas descontroladas que desconcierta a quien le ocurre y que da un aspecto de adulto al niño que deja de serlo.
Todas las generaciones han disfrutado de la práctica sexual, de los genitales, del placer físico y anímico del clímax del orgasmo; unas lo han hecho con más sentimientos de culpa que otras y con diferentes grados de pudor. Hasta aquí es fácil estar de acuerdo y para nada hemos tocado el tema moral, no porque me genere problemas el hacerlo, sino porque me preocupa aún más los derroteros educativos por los que nos estamos metiendo por los muchos problemas que conlleva.




¿Hormonas o neuronas?
Que los adolescentes tienen una sexualidad radiante y en muchas ocasiones desbordante no admite discusión posible, que dejar el calentón de las pelvis a su buen discurrir de impulsos y deseos sin más preocupación que ir después a comprar la ‘píldora postcoital o del día siguiente’ es una auténtica irresponsabilidad desde el punto de vista de educación sexual porque la comercialización sin receta médica va a quitar a los médicos la oportunidad de seguir controlando a una población con prácticas sexuales de riesgo a la que se le pueden dar consejos útiles para evitar el uso de este fármaco de forma más continuada. Y esta irresponsabilidad de fomentar una práctica sexual guiada más por las hormonas que por las neuronas es de quien lo hace, pero más de quién lo permite con medidas políticas al margen del sentido común y de la educación.

Sin control
No podemos correr riesgos innecesarios de transmisión de enfermedades sexuales y de dejar a una población como es la de la adolescencia sin control sanitario. Y para terminar esta sin razón de la educación sexual española nos encontramos que niñas de 16 años no necesitan autorización de los padres para interrumpir un embarazo, eso sí, no pueden comprar tabaco ni alcohol de manera legal ni pueden votar en unas elecciones, ni pueden decidir otras muchas cuestiones de la vida cotidiana como entrar en una discoteca o solicitar una vivienda. Es menos problemático elegir a quién votar que tomar la decisión de interrumpir un proceso que dejado libremente tendrá como resultado el nacimiento de un hijo. Parece increíble, pero lo tremendo es que es cierto y alguien tendrá que asumir las graves consecuencias que padeceremos en un futuro cercano, pero esto no se hará porque la culpa siempre la tendrán los otros.

José María Fernández Chavero
Psicólogo clínico y máster en bioética

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