martes, 23 de febrero de 2010

Cuando llega el primer hijo


Las personas que pasan de la relación de pareja a la paternidad coinciden que cuando los hijos vienen todo cambia. Esto hace poquito pude comprobarlo de cerca, pues una amiga tuvo su primer hijo “Pablo”. Su marido Alberto, nos comentaba como sus valores habían cambiado, siendo ahora lo primordial en su vida su mujer y su hijo. “Vivo para ellos, hasta los hecho de menos cuando no estoy a su lado”. Por su parte a mi amiga Pilar se la veía también radiante y feliz, comentaba que todo es más fácil de lo que parece, “la maternidad es algo instintivo, te sale sola”.

Este momento como vemos cambia la vida de la pareja. Antes vivían para ellos y ahora viven para un tercero. Es una nueva forma de estar juntos, ya que estar junto a los hijos no es estar separados sino es estar juntos de otra forma. Como vemos la paternidad parece poseer un poder extraordinario para hacer que los padres crezcan para unirlos como pareja y desarrollar la relación. Siendo así el hijo representará siempre el vínculo entre sus padres.

Sin embargo no obviemos que la llegada de esta una nueva figura en la familia, va a implicar una serie de cambios a los cuales los cónyuges tienen que adaptarse y acomodarse previamente. Algo esencial que tiene que comprender la pareja a la hora de plantearse tener un hijo es que la paternidad y la maternidad, son opciones libres propias de un amor confirmado (en la gran mayoría de las ocasiones); “todos podemos escoger si queremos ser padres”, sin embargo no escogemos ser hijos.

Los cambios que se producen pues en la familia, van a influir propiamente sobre su estructura, de ser dos (pareja) pasan a tres (trío) y a su vez un cambio cualitativo importante pasar de pareja a padres. Así nos lo comenta Paulino Castells “Se producen dos nacimientos en la familia. El ser que acaba de nacer necesita que la pareja conyugal le haga un sitio, y a la vez hay que encontrar un nuevo lugar para la pareja parental que también acaba de nacer”.

Pues bien ¿Cómo influye en la pareja el nacimiento del primer hijo?.Desde que la mujer confirma que esta embarazada, ya todo entre la pareja va a ir cambiando, sin embargo éstos van a contar con un tiempo de espera natural, para recibir a su bebe. Este tiempo de espera, va a ser el idóneo para que ambos puedan valerse de él y asumir interiormente el significado de “ser padres” y cómo influirá sobre su relación de pareja. Es esencial el aprovechamiento de este tiempo ya que dejarlo pasar, dejarlo en manos de terceros o propiamente al azar significaría que las bases para la nueva familia no quedarían fijadas solidamente. Si es significativo que los padres preparan lo más material para la llegada de su primer hijo: una habitación, la ropa, que nombre le pondrán, etc. Cuanto mayor que la propia pareja se prepare para ello dialogando y acompañándose mutuamente desde el embarazo al parto, la visitas al ginecólogo, las clases de preparación al parto, etc. Es comprensible que sean ambos los que se impliquen, ya que se trata de una nueva familia que están fundando. Puedo ocurrir que en esto casos las familias de uno y otro respectivamente (familias de origen) quieren implicarse demasiado de manera que si en este punto la pareja no han dialogado juntos y puestos los limites necesarios a sus familias de origen, las intromisiones pueden resultar muy variadas pudiendo alterar la propia relación de pareja y de ahí influir sobre su misión como padres, tanto que a veces ante fuertes crisis la pareja decide separarse por este motivo.

Por otro lado esa espera del hijo permite que la vivencia de la maternidad y paternidad sean vividas de distinta forma: la madre va tener un íntimo contacto con su bebe durante todo el embarazo sin embargo el padre no va tener esa vivencia tan directa hasta que su hijo no pueda verlo. Aunque previamente se iniciará en la percepción de la realidad del hijo entorno a los 4-5 meses de gestación, cuando lo vea a través de monitor de la ecografía, y así mismo cuando su mujer le avise para que ponga delicadamente su mano sobre su vientre y perciba los movimientos fetales.

Una vez que el embarazo ha discurrido con normalidad y se produce el momento del parto o alumbramiento, los padres pueden contemplar a su hijo, sobre el que habían ya fantaseado previamente. Esas fantasías y sueños poco apoco tendrán que irlas elaborando los padres ya que la aceptación total del hijo se basa en la gratuidad, y no valerse de él en ningún momento, ya que así por ejemplo el bebé no es una forma de “salvar” nunca una relación poco sólida. Al considerar al hijo no como una propiedad y si como un don se obviaran muchas rivalidades ente ambos cónyuges, ya que el marido irá comprendiendo que aunque puede sentirse desplazado durante los primeros meses el amor de su esposa ahora se encuentra dividido entre él y el hijo, de esta manera la madre se manejara con menos angustia y ansiedad al no poder compatibilizar ambos amores con la misma intensidad y estará más relajada durante la lactancia materna (muy recomendada por los pediatras).

Por todo ello si de algo estamos seguros es que la llegada de un hijo supone importantes cambios de hábitos en el matrimonio. Sin embargo lo que para muchos puede ser recibido como “explosión de alegría y felicidad” para otros representa una influencia negativa para la propia pareja, entorpeciendo o llevando a la ruptura su relación. Sino se esta atento a esto y saber que estas dificultades añadidas se pueden dar y a veces prevenir podría significar que la decisión libre de la pareja de afrontar una maternidad y paternidad juntos se ha truncado. Por todo ello la experiencia aconseja que los progenitores deben estar preparados para superar todos estos inconvenientes y futuros problemas asociados a la llegada de este nuevo ser a la familia.
Solo así podrán darse cuenta como los hijos posibilitan que la relación de pareja suponga ocasión de crecimiento.

Mª Del Carmen González Riva´s
psicóloga

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