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martes, 26 de enero de 2010
Alternativas ante una crisis familiar
J. V. Echagüe - La Razón, 24 de enero 2010.
La mediación y la orientación familiar pueden suavizar los golpes. Sin embargo, pocos saben que existen.
Discusiones constantes, insatisfacción, poco espacio por la invasión de la familia propia o la política y, por supuesto, infidelidades. Éstos son los síntomas que pueden conducir a esa epidemia moderna llamada divorcio. Sobre todo en España. En los nueve primeros meses de 2009 se alcanzaron 90.000 rupturas y, desde 2005, se ha producido un incremento de 640.000. Pero no sólo de divorcios se nutre una crisis: disputas por una herencia; dos hermanos peleados porque uno tira del carro al cuidar a un padre dependiente; un hijo que muestra una agresividad desmedida... Infinidad de amenazas pueden cernirse sobre una familia. ¿Contamos con mecanismos para combatirlas?
Sí y no. En el caso de una pareja que se rompe, en España existen engranajes para, o bien evitar un divorcio problemático, o bien intentar una reconciliación. Pero no están al alcance de todos.
La mediación familiar es el servicio que ofrece un tercero a una pareja que quiere iniciar el divorcio para abrir vías de diálogo y buscar una resolución amistosa, que les evite un enfrentamiento judicial. Algo deseable sobre todo por el interés de los hijos, que pueden ser usados como armas arrojadizas. Pero “los ciudadanos no conocen este servicio”, comenta el diputado del PP Alfonso Alonso.
Alonso recuerda que, con la ley del “divorcio exprés” de 2005 -que posibilita el divorcio a los tres meses de la boda-, el Gobierno se comprometió a remitir a las Cortes un proyecto de ley sobre mediación. Algo que el Ejecutivo no ha cumplido. Con todo, en algunas comunidades, como Madrid, se cuenta con este servicio. “Está poco extendido. La mayoría de divorcios no llegan a acuerdos acerca de los hijos. La mediación es buena aunque no derive en un acuerdo, porque favorece una relación distinta”. Eso sí, se dan casos de parejas que “van al juzgado, y no está disponible este servicio”.
Pero es posible evitar un divorcio y superar una crisis familiar con la ayuda de la orientación. Así lo creen terapeutas y abogados. “Los orientadores pueden ser abogados o psicólogos. Pensamos que, detrás de muchas solicitudes de mediación, hay un abordaje más profundo”, dice Blanca Armijo, psicóloga de la clínica Psicoact. Así, ha ocurrido que a una pareja que acudió solicitando mediación para poner fin a su matrimonio se le acabó ofreciendo un tratamiento más propio de la orientación familiar y la terapia de pareja.
Acuden muchas parejas jóvenes, pero también maduras que deben aprender a convivir en un “nido vacío”. Hay otros conflictos: “Mi hijo discute mucho, está rabioso y va mal en los estudios”; “Cargo con mucho peso al cuidar a mi padre enfermo y mi hermano no hace nada”... Con entrevistas quincenales y ejercicios pueden superarse “si se viene motivado”, apunta Armijo.
“A nivel público, no existe nada de orientación familiar”, comenta la abogada y orientadora Carmen Alfonso, miembro del observatorio The Family Watch, que recuerda que en países como Alemania, Noruega, Suecia, EE UU y Argentina la mediación es obligatoria (o su intento) para aquellos que quieren divorciarse. Alfonso apuesta por la “mediación preventiva”, cercana a la orientación: “La mediación es diálogo, ¿por qué no orientar a un matrimonio que quiere recibir ayuda?”. Y añade: “Muchos llegan queriendo divorciarse. Pero nadie les ha dicho: ‘¿Estáis seguros?’”. Entre cuatro y ocho sesiones pueden separarles de una reconciliación.
Ya en terapia, las parejas “han de centrarse en los intereses comunes, ponerse en la situación del otro”. Incluso en los casos más críticos. “En una infidelidad, se pregunta a la persona engañada: ‘¿Por qué crees que se buscó esa compañía?’. Se desahogan y confiesan lo que no se habían dicho”. Y es que los trapos sucios no siempre se lavan en casa.
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