viernes, 8 de octubre de 2010

Como encajar el pasado personal en la vida de pareja.

Cuando una pareja se casa no cambian las cosas automáticamente. Cada uno de los miembros de la pareja trae su propio pasado y su propia historia, sus propios traumas y conflictos. Los problemas vividos en la familia de origen surgen una y otra vez en la persona creando más de un conflicto. ¿Cómo influye el pasado individual en la pareja? ¿Qué podemos hacer para que el pasado del otro no cree tensiones en nuestra actual relación?



Tengamos en cuenta varios elementos:
1.-Nuestras experiencias familiares pasadas influyen en la forma de relacionarnos en la pareja.
2.- Muchas veces respondemos a lo que vivimos en el pasado con las actuaciones de hoy. Es como una respuesta a algo que en su día no pudimos hacer y ahora sí.
3.- Estas situaciones se dan en todos los matrimonios. Lógicamente dependiendo de la madurez de los miembros se dará con mayor o menor dolor.
4.- Nuestras formas de relacionarnos se basa en lo que aprendimos en nuestras familias de origen.
5.- Un especialista en terapia familiar ha llegado a decir que en toda cama matrimonial existen seis personas: la pareja y sus dos parejas de padres. Cuando una pareja se casa no es consciente de gran parte de todo esto, sino que se va descubriendo a medida que evoluciona la relación matrimonial. Normalmente es nuestra pareja la que nos recuerda que somos como nuestros padres y madres.

¿Qué hacer para ir asumiendo nuestro pasado individual en nuestra pareja?
1.- Reconocer que muchas dificultades proceden de las reglas y normas de nuestras familias de procedencia. Muchas veces tenemos una tendencia inconsciente de volver a lo que vimos en nuestras familias en la infancia. Es necesario que nos demos cuenta de qué aspectos son los que vienen de nuestra infancia y tratar de cambiarlos.

2.- No debemos de etiquetar las dificultades que proceden de las familias como correctas o erróneas. No debemos de aprovechar los conflictos para menospreciar a nuestra pareja y a su familia. Por el contrario hay que tomarlo como una señal de que necesitamos aprender a negociar nuestras diferencias.

3.- Tenemos que intentar lograr la conversión cristiana interior hacia el otro. Para poder hacerlo cada uno tendrá que aprender a expresar con claridad sus propios pensamientos y necesidades.

4.- Muchas veces esperamos que el otro dé respuesta a nuestras necesidades que tienen su origen en la infancia. No nos relacionamos con el otro como si fuese nuestro marido o esposa sino como si fuera nuestro padre o madre. Tenemos que aprender a ver al otro como lo que es, no como nos gustaría que fuese.

5.- No debemos de descuidar los asuntos irresueltos con nuestras propias familias. Una buena forma de encarar los temas es expresarlos y ver por qué surgieron.

Fuente: buzoncatolico.es

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