
Tengamos en cuenta varios elementos:
1.-Nuestras experiencias familiares pasadas influyen en la forma de relacionarnos en la pareja.
2.- Muchas veces respondemos a lo que vivimos en el pasado con las actuaciones de hoy. Es como una respuesta a algo que en su día no pudimos hacer y ahora sí.
3.- Estas situaciones se dan en todos los matrimonios. Lógicamente dependiendo de la madurez de los miembros se dará con mayor o menor dolor.
4.- Nuestras formas de relacionarnos se basa en lo que aprendimos en nuestras familias de origen.
5.- Un especialista en terapia familiar ha llegado a decir que en toda cama matrimonial existen seis personas: la pareja y sus dos parejas de padres. Cuando una pareja se casa no es consciente de gran parte de todo esto, sino que se va descubriendo a medida que evoluciona la relación matrimonial. Normalmente es nuestra pareja la que nos recuerda que somos como nuestros padres y madres.
¿Qué hacer para ir asumiendo nuestro pasado individual en nuestra pareja?
1.- Reconocer que muchas dificultades proceden de las reglas y normas de nuestras familias de procedencia. Muchas veces tenemos una tendencia inconsciente de volver a lo que vimos en nuestras familias en la infancia. Es necesario que nos demos cuenta de qué aspectos son los que vienen de nuestra infancia y tratar de cambiarlos.
2.- No debemos de etiquetar las dificultades que proceden de las familias como correctas o erróneas. No debemos de aprovechar los conflictos para menospreciar a nuestra pareja y a su familia. Por el contrario hay que tomarlo como una señal de que necesitamos aprender a negociar nuestras diferencias.
3.- Tenemos que intentar lograr la conversión cristiana interior hacia el otro. Para poder hacerlo cada uno tendrá que aprender a expresar con claridad sus propios pensamientos y necesidades.
4.- Muchas veces esperamos que el otro dé respuesta a nuestras necesidades que tienen su origen en la infancia. No nos relacionamos con el otro como si fuese nuestro marido o esposa sino como si fuera nuestro padre o madre. Tenemos que aprender a ver al otro como lo que es, no como nos gustaría que fuese.
5.- No debemos de descuidar los asuntos irresueltos con nuestras propias familias. Una buena forma de encarar los temas es expresarlos y ver por qué surgieron.
Fuente: buzoncatolico.es
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