miércoles, 20 de abril de 2011

Canto a la familia

La Familia es nuestro mas fiel signo de pertenencia, en la que nos sentimos reconocidos. Es en ella en donde echamos las raíces pero también en donde aprendemos a tener alas...

lunes, 11 de abril de 2011

La identidad masculina


Escribir un artículo en torno a la figura del hombre hoy es arriesgado porque no es lo políticamente correcto. Las noticias que nos llegan desde los medios de comunicación social entorno a la figura del hombre nos comunica negatividad y rechazo y esto se está contaminando a las jóvenes generaciones que entorno a la violencia de género (es decir la violencia contra la mujer) han situado al hombre en una posición claramente devaluada. Es por ello que parece que la figura masculina entorno a la cual muchos de nosotros nos criamos no sirve, o al menos eso pretenden decir alguna parte de la sociedad, tanto que en ese sentido el hombre ha entrado en la misma dinámica y el mismo se encuentra desorientado y no sabe qué modelo seguir para ser hombre. Algo que nos viene a comunicar precisamente este autor: "La masculinidad que constituyó en el pasado un atributo para triunfar, ahora parece ser mas bien, un problema a superar" (Keillor, 1992).

Es por ello que creo que el presente artículo quiere rescatar y traer a nuestra realidad, no un modelo sino hablar de la identidad masculina, de lo que caracteriza al ser hombre. Porque la identidad sexual no se puede dejar en manos de ”una construcción social”, de una moda, de algo pasajero pues eso es lo que nos lleva a la confusión. Hablar de identidad implica hablar de un origen y este comienza en el momento de la concepción, así lo expresa el padre de la genética moderna Jerone Leujene “la vida tiene una historia muy larga, pero cada uno de nosotros tiene un comienzo muy preciso, el momento de la concepción”. Y desde ese mismo momento la identidad sexual queda constituida por lo que me es dado por naturaleza (sexo genético). Que no se reduce a un aspecto puramente biológico pues al afirmar en este caso que el sexo es masculino, estoy admitiendo mi condición sexuada como varón que impregna a todo el ser, y por ello a todas las dimensiones constitutivas con que cuenta toda persona: física, psicológica, espiritual, y cultural. Es por ello que la persona humana es varón o mujer y lleva inscrita esa condición en todo su ser. Considerando todo ello podemos decir que la definición de la identidad implica una diferencia Que supone que lo masculino no viene a negar lo femenino, ni a la inversa sino que lo lleva a la plenitud. Y permite la complementariedad entre los sexos.

La figura masculina aporta como decíamos un modo de ser distintito y que en la relación hombre- mujer los complementa para que de cara a su unión conyugal ambos aporten sus diferencias tomadas desde el entendimiento y desde la compresión del otro para enriquecer la relación de pareja. Así la función paterna organiza y marca los tiempos en la familia. Es aquel que afirma a cada hijo como varón y a la hija como mujer, seres sexuados. Desde esta perspectiva la función paterna asigna lugares y roles en la familia, discrimina la relación de alianza de las relaciones con la familia materna y por lo tanto protege el encuadre familiar. Promueve la salida de los hijos de la familia y les permite emanciparse y generar un proyecto propio de vida, es decir asegura la apertura de la familia al grupo social. Es por ello que la figura masculina es importante en la familia, ya que los niños que han tenido que renunciar a la presencia del padre es un factor predisponente para que se vean expuestos a mayores dificultades, asi se ha visto que los niños con una presencia paterna fuerte, estable y cuidadosa son más competentes socialmente, al igual que las chicas terminan convirtiéndose en mujeres adultas más protegidas contra la depresión.

Es por ello que si la presencia masculina en nuestros hogares no es estable, no se le concede su puesto, se le suplanta o simplemente no se le requiere estamos afirmando que no nos interesa que damos razón a una ideología de género que pretende anular las diferencias hombre y mujer transmitiéndoles a nuestros hijos que es lo mismo educarse en un ambiente de familia en donde haya un padre o una madre que en donde no lo haya. Creo que la máxima tarea la tiene el varón para rescatar lo que realmente es suyo, pero igualmente es tarea de toda la familia de transmitir lo positivo que hay en nuestras casas bien sea uno como mujer o como varón e intentar que lo que nos comuniquen los medios de comunicación social podamos valorarlo y siempre ayudarnos de ello en la medida que nos ayude a crecer como personas y como familia.

Mª Del Carmen González Rivas


psicóloga

lunes, 21 de marzo de 2011

De la queja a la responsabilidad

Cuando nuestros puntos de vista, necesidades o intereses no coinciden con los de las personas con las que nos relacionamos, surge el conflicto. No siempre es fácil que uno pueda conseguir lo que quiere o necesita sin que el otro se sienta perjudicado. Cuanto mayor sea el vínculo afectivo que nos une, más nos duele que no nos tengan en cuenta. Esto sucede en todas las relaciones, pero es especialmente sensible en las relaciones de pareja.


Cuando nos sentimos perjudicados por alguien, lo primero que se nos ocurre es quejamos de su actitud. Estamos tan convencidos de que nuestro malestar ha sido causado por el otro, que le exigimos que actúe de otra forma, porque creemos que así conseguiremos aliviar nuestra insatisfacción. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, la queja no produce este efecto, sino el contrario. Lo único que conseguimos quejándonos es añadir un nuevo perjuicio y aumentar el conflicto: ahora es el otro el que se siente criticado, exigido y molesto por nuestra actitud.


Con mucha frecuencia, las parejas entran en este círculo vicioso del que es muy difícil salir, porque ambos están doloridos y ambos creen llevar razón. El problema es que, efectivamente, ambos la tienen. A nadie le gusta que los demás no le tengan en cuenta, le ignoren o le traten sin respeto. Del mismo modo, a nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer y mucho menos que le digan cómo tiene que ser.

Cuando cada uno culpa al otro de su malestar, está dejando de responsabilizarse de su propio dolor. Mirando al otro sólo vemos perjuicio, queja y deseo de que el otro actúe de otra forma. Nos quedamos pegados al otro y nos desconectamos de nosotros mismos. La única solución es cambiar la mirada. ¿Qué estoy sintiendo?, ¿qué estoy haciendo con lo que estoy sintiendo?, ¿para qué actúo así?

Responsabilidad

Cuando asumimos la responsabilidad de lo que nos pasa, la mirada puede dirigirse a nuestro interior. Lo que el otro nos hace nos puede hacer sentir rabia, tristeza, impotencia, frustración, decepción… la lista puede ser muy larga. Todas estas emociones suelen tener en común que nos provocan un sentimiento primario de rechazo. Si no ponemos suficiente conciencia en esta sensación, el rechazo se convertirá en queja y de nuevo nuestra mirada se dirigirá hacia el exterior: hacia quien nos perjudicó.

De este modo, nos quedamos atrapados en la queja. E incluso nos convertimos en especialistas en la queja. Contamos una y otra vez lo que el otro nos hace, tratando de que nos comprendan y que nos den la razón. Nos quejamos porque el otro no cambia y no nos damos cuenta de que en nosotros nada va a cambiar mientras que lo único que hagamos sea quejarnos.

Pero si nos responsabilizamos de lo que sentimos, podremos darnos cuenta de que no estamos rechazando a quien nos daña, sino a nuestro propio dolor. No nos damos cuenta de que, sea lo que sea lo que el otro nos hizo, el dolor que nos ha producido permanece aún en nuestro interior. Por más que nos quejemos del otro, no vamos a conseguir jamás aliviar ese dolor.

Nos duele porque no sabemos pedir lo que necesitamos, porque no sabemos darnos cuenta a tiempo, porque no sabemos hacer frente a la situación, porque no sabemos evitarlo, porque no sabemos defendernos, porque no sabemos responder, porque no sabemos situarnos en nuestro sitio, porque no nos hacemos respetar, porque no sabemos cuidar de nosotros mismos. Esto es lo que nos duele.

Si se trata de un conflicto con la pareja, cuando conseguimos recuperar un atisbo de lucidez en medio de este mar de queja y rencor, nos encontramos con que estamos en guerra contra alguien a quien amamos. Esto nos sitúa frente a una contradicción. Nos duele no ser capaces de seguir amando, de ver cómo con nuestra queja estamos cerrando la puerta del corazón.

En algún momento, tendremos que elegir: podemos continuar sufriendo o podemos asumir la responsabilidad de nuestra propia vida. El rencor y la queja nos mantienen enganchados a quien nos dañó. En cambio, asumir nuestros errores nos permite salir de nuestra inmadurez, aprender a perdonar y a responsabilizarnos del dolor.

Perdonar no es olvidar que el otro nos dañó ni eximirle de su responsabilidad. Perdonar es dejar de esperar que sea el otro el que nos alivie el dolor. Es volver la mirada y contactar con nuestro interior. Es aceptar nuestras imperfecciones y límites, y responsabilizarnos del dolor: asumir que sólo nosotros podemos sanarlo, que nadie puede hacerlo por nosotros. Nadie. Ni siquiera quien lo causó.

Responsabilizarse del dolor no es fácil, pero es imprescindible para poderlo sanar. En muchas ocasiones, necesitamos que alguien nos acompañe mientras transitamos por ese difícil proceso. Es más fácil continuar quejándose, pero aunque parezca lo contrario, permanecer en la queja es lo que perpetúa el dolor.

Fuente:masconciencia.com

miércoles, 9 de marzo de 2011

Prepara tu matrimonio

La preparacion para el matrimonio conlleva siempre a una apasionante aventura entre los novios que han decidido comprometerse. Para ello siempre existe una formación especial que le ayude en el transcurso de esa convivencia. Recientemente se suman nuevas oprtunidades como la que presenta el curso SI QUIERO, os dejamos con un avance, podeis encontrar más información también en: preparatumatrimonio.com

lunes, 28 de febrero de 2011

Es necesario Desconectarse para conectar

Si es cierto como el avance de la tecnología nos ayuda en nuestro mundo actual, y resulta siempre conveniente en la medida de cómo la empleemos.
sin embargo es necesario tomar concienciencia que para que haya una verdadera comunicación y encuentro entre personas la presencia constante del uso de la telofonía movil más que nos ayude a unirnos, no separa. Por eso como anuncia este mensaje publicitario sea necesario DESCONECTARSE PARA CONECTAR.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Crisis del concepto de pareja


El culto a la plenitud personal casi exige la renuncia a la pareja si su funcionamiento reclama algunos meses de rodaje o una revisión general. Esto no quiere decir en absoluto que estemos en contra de que la individualidad no sea importantísima y se tenga que mirar por ella para el bienestar, primero, personal, pero esta situación llevada a extremos, como está pasando, hace que no "se aguante", que no se analicen espacios adecuados para defender a ultranza la existencia de la pareja aun cuando sea necesario hacer esfuerzos personales por mantenerla viva, siempre que exista el sustrato del amor en qué apoyarse y hasta hemos visto casos en los que "se ha perdido la fe en la pareja"; incluso "se obliga" a poner fin a una unión si no se "ajusta con esta época que nos condena a la felicidad, cueste lo que cueste." (Jocelyn Dahan)

En estos tiempos actuales en los que hemos perdido una serie de valores, también van desapareciendo una serie de figuras ancestrales, unas negativas (lo cual está bien) y otras que nos eran bastante positivas. Los objetivos de las familias han cambiado e incluso se ha desplazado el interés por el padre al interés por los hijos. Tal vez estemos ante la desaparición del "pater familias" que ha sido destronado por sus propios hijos; ante la desaparición de la sociedad patriarcal convirtiéndola en la sociedad de los niños, de los hijos. Este punto de vista ante esta realidad nos hace necesario cambiar ciertas estructuras mentales relacionadas con la misma terapia familiar, la cual, en muchas ocasiones, no ha de ir enfocada a los subsistemas conyugales/maritales o de pareja, sino al subsistema parental: se infiere la necesidad de aprender ante estos cambios a ser realmente primero padres y después...lo que venga.

Tal vez estamos en una etapa en la que tras una serie de situaciones que se dan en la pareja y ante la incapacidad de darles solución, desaparece el amor, pero realmente padres lo seguiremos siendo toda la vida. Nos hemos quedado con esa parte de la frase "...en la salud...para lo bueno y...". Hemos perdido, casi con toda seguridad, la capacidad de frustración que no tiene el significado de "tragar", ni ceder hasta que explotes, ni dejar de ser uno mismo, razón por la que se considera conveniente que la paternidad/maternidad se ve obligada a evolucionar, a cambiar sus patrones y replantear la distribución de las funciones paternas y maternas como trabajo para los padres y las madres el siglo XXI.

Aún así, la razón de ser del especialista en familia, del orientador familiar, cada vez tiene más base operativa, más espacio para reestructurar los desfases que se sufren en los ciclos evolutivos de las personas y para los que nadie, nadie, nos ha preparado.
En cuanto a la familia monoparental, estamos ofreciendo una imagen engañosa y unos mensajes que en teoría no deben ser ciertos, ya que aunque se haya dado una separación de los padres, la coeducación debe llevarse a cabo de forma conjunta, por lo que tal vez sea más propio hablar de hogar monoparental, ya que "la monoparentalidad da por supuesto que hay un solo progenitor cuando la realidad no es esa."

"Educar solo a un niño no es en sí mismo un problema. Puede serlo cuando la monoparentalidad se acompaña de otras preocupaciones más graves (depresión, problemas financieros y profesionales...)" ( del libro Un solo padre en casa de Anne Lamy)

No es nada raro que cada vez estemos más ante hogares monoparentales pon un motivo básico: cuando la pareja hace aguas, empieza a tener problemas y entra en crisis que no solucionan pero logran esquivarlas (volverán porque son crisis de repetición), es el momento ideal para un miembro de la pareja el tener un hijo en la creencia de que de esta manera se va a consolidar esta unión altamente deteriorada. Resultado: la crisis se superará o estallará. Es cuando estalla cuando vemos que la separación se hace una realidad y ya podemos sumar otro hogar roto en su conyugalidad por haber creído que la solución estaba en ese "niño parche"; personita que al parecer por sí sola iba a poder cambiar y unirnos sin el trabajo interior que se hace necesario para efectuar el cambio adecuado que nos lleve a una comunicación idónea.

Somos adultos y desde aquí pretendemos un espacio para la reflexión que nos ponga a trabajar, sobre todo a los hombres, para que dejemos de creer que los problemas que nos surgen en la pareja son únicamente problemas “de ellas”. Siempre formamos parte del problema y de las soluciones. Trabajemos, pues en este sentido del camino. ¡Vamos allá!


Juan José López Nicolás.
http://terapiayfamilia.blogspot.com/

viernes, 18 de febrero de 2011

VÍNCULOS PARTICIPA EN EL AULA DE FAMILIA de la Parroquia de San Juan de Ribera (Badajoz)

El pasado mes de Enero nuestro Centro de psicología participó en el AULA DE FAMILIA de la Parroquia de San Juan de Ribera de Badajoz, en el tema: la Adolescencia como edad de hierrro. En ese sentido intervino Mª Carmen González Rivas, psicóloga; el profesor Cándido Torrecillas en su experiencia-testimonial como profesor, y así mismo con la intervencion de un grupo de adolescentes.





Desde nuestra posición concluimos en que :

• La adolescencia es una etapa más del desarrollo evolutivo de la persona todos hemos pasado por esa etapa y sabemos que de alguna manera hemos vivido todas estas cosas.
• Está en nuestras manos poder comprenderla mejor y desde ahí alentar e incentivar a nuestros adolescentes a encontrar su indentidad, su vocación a aquello en están llamados.
• y por último, es necesario retornar la confianza en los más jóvenes, darles signos de reconocimiento y pertenecia a la familia.