miércoles, 28 de julio de 2010

Cómo salir del círculo vicioso de los problemas en la Psicoterapia de Pareja


Muchas parejas que se quieren y que realmente desean seguir juntos pasan por etapas muy difíciles en que los pleitos y los problemas parecen minar su convivencia.

Muchas veces tratamos de dar alguna solución a algún problema de nuestra relación que, aunque parece lógica, resulto inefectiva. En esos casos las personas generalmente pensamos que no hemos intentado esa “solución” lo suficientemente intensa o frecuentemente y, entonces, guiados por nuestros mapas mentales y creencias, hacemos mas de lo mismo.

No siempre lo que parece lógico realmente es útil para salir de los problemas en que nos hemos entrampado. Lo que sea que hagamos deberíamos evaluarlo más por sus resultados que por nuestra lógica.

Los cambios que deseamos en nuestra relación, podemos iniciarlos nosotros mismos, si empezamos a:

1- Prestar atención a lo que ha funcionado en el pasado en la relación. Si recordamos las ocasiones en que nuestra relación ha estado mejor ¿Qué era diferente entonces? ¿Cómo era diferente?

2- Observar lo que actualmente ocurre en el presente en nuestra interacción con el otro.

¿Que es distinto en las ocasiones en que la relación esta bien o, por lo menos, menos mal?

¿Qué hacemos distinto?

¿Qué vería diferente la gente a nuestro alrededor?

3- Identificar cómo se da el patrón de interacción en que surgen los problemas

(¿De qué manera la conducta de cada uno contribuye a hacer el problema de la pareja?) y empezamos a cambiar algunos aspectos de éste.

Puede ser en nuestra manera de actuar ante la situación problemática: empezar a callarnos, en lugar de hablar, o dejar que se vaya la otra persona un rato en lugar de perseguirlo para seguir la discusión, etc.

Cambios en el contexto o situación en que se da el problema: Procurar hacer el problema en la sala de la casa en lugar de en el cuarto o hablando de espaldas el uno del otro en vez de enfrente.

Cambios en el tiempo: Cambiar el momento en que se creaba el problema

4- La terapia de pareja es un trabajo que requiere ir cambiando las quejas que se presentan a peticiones, de lo que cada uno necesita que el otro empiece a hacer distinto en la relación.

5- Avanzar poco a poco, metiendo pequeños cambios que estratégicamente hagan una diferencia.

6- Ayudar a la pareja a crear una visión de la vida que quieren empezar a tener juntos y apoyarlos para ir avanzando en la dirección que necesitan.

Autor: FAMILIAE Psicoterapia (Silvia Bobadilla)

viernes, 23 de julio de 2010

¿ QUÉ ES LA TERAPIA FAMILIAR ?




La terapia familiar empezó a desarrollarse en Estados Unidos en la década de los cincuenta después de que grupos de psicólogos y psiquiatras comenzaran a trabajar con las familias de los pacientes afectados por diferentes trastornos y comprobaran los buenos resultados. Este tipo de tratamiento llegó a Europa en los años setenta, y diez años después a España, donde ha ido creciendo hasta convertirse en un modelo de referencia que aplican alrededor de 1.500 especialistas pertenecientes a la Sociedad Española de Terapia Familiar.

La base de este tipo de terapia sostiene que tratar de forma aislada a un paciente con una patología grave, sin tener en cuenta su entorno resulta a menudo infructuoso, debido a que alrededor de esa persona se dan una serie de situaciones y factores, entre los que destaca la familia, que influyen en el mantenimiento, mejora o empeoramiento del problema inicial. Esta afirmación la corrobora el psiquiatra, psicoanalista y terapeuta de familia Norberto Mascaró, quien asegura que en la psiquiatría infantil también se ha llegado a la misma conclusión. "Cuando vemos a un niño problemático en un colegio y nos reunimos con los padres, en un alto porcentaje encontramos una problemática familiar detrás del niño que hace que actúe de esa determinada manera".

Los seres humanos somos seres relacionales, es decir, sólo podemos entendernos en relación con los demás, y el principal lugar donde aprendemos a hacerlo es la familia. El psiquiatra y psicoterapeuta Roberto Pereira, director de la Escuela Vasco Navarra de Terapia Familiar, cree que el sistema familiar es el grupo humano más estable que hay y que en cada caso se dan unas normas de funcionamiento concretas. "Cada familia debe ser capaz de atender las necesidades de sus miembros y, a la vez, permitir que adquieran autonomía con el paso del tiempo. También debe ser capaz de adaptarse a los cambios que ocurren dentro y fuera del sistema familiar. Pero esas adaptaciones no son sencillas de realizar, sobre todo cuando se dan otros factores añadidos que las dificultan, como enfermedades, problemas económicos o dificultades de relación entre algunos miembros de la familia".

En algunos casos las familias no cuentan con recursos suficientes para hacer frente de forma adecuada a esos cambios inesperados. "Por ejemplo, cuando se produce la separación de los padres a veces se utiliza a los hijos para atacarse mutuamente. Otro problema habitual es el conflicto adolescente o la crisis que surge entre la necesidad de cuidados que sienten los padres y el deseo de autonomía de los hijos. "Normalmente el desacuerdo tiene que ver con los ritmos en que deben darse ambas cosas", apunta el doctor Pereira.

Una de las premisas de la terapia familiar es que no se debe culpar a una sola persona de todos los problemas porque además de ser injusto, conlleva el riesgo de fijarla de forma permanente a esa situación problemática y al rol de 'enfermo' u 'oveja negra de la familia'. La terapeuta familiar Annette Kreuz, desde la Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas, explica que el término 'culpa' no les convence, "porque normalmente los problemas surgen de una situación compleja donde están implicados tanto los contextos externos como las situaciones personales. En terapia familiar se trabaja con la familia no porque sean los culpables de nada, sino porque es el sitio idóneo para movilizar fuerzas o para conseguir que las personas que sufren más puedan superar sus problemas".


En qué tipo de problemas se puede aplicar

En el tratamiento de ciertos problemas psicológicos la ayuda de la familia es totalmente imprescindible, asegura Kreuz. Entre ellos se encuentran los trastornos de alimentación, las diferentes adicciones, diversas enfermedades físicas y mentales, el maltrato a la pareja, los abusos sexuales o los trastornos de personalidad, denominador común bajo el que se engloban toda una serie de alteraciones de la conducta, de impulsividad, trasgresión a las normas impuestas por la familia o el colegio, frecuentes en chavales jóvenes muy difíciles de manejar, con baja tolerancia a la frustración y que no aceptan bien los límites, según Norberto Mascaró, coordinador de psicoterapia de la Sociedad de Avances Médicos. A su juicio este es el tipo de patología más frecuente en la actualidad, acompañado en muchos casos por el consumo de drogas.

A pesar de que puedan no estar funcionando bien y tengan dificultades, todas las familias tienen un potencial muy grande para cambiar y funcionar mejor. Por eso, insiste el doctor Pereira, la terapia familiar trata de usar ese potencial para favorecer los cambios. "Pero no decimos a los pacientes lo que tienen que hacer, porque los consejos están prohibidos en psicoterapia, sino que intentamos ayudarles a buscar una forma alternativa para solucionar sus problemas que le produzca menos dolor, angustia o frustración. La labor del terapeuta es la de plantear la posibilidad de que las cosas se hagan de otra manera, pero quien tiene que elegir siempre es el paciente", advierte.

Para Norberto Mascaró la clave de la terapia familiar es quitar a lo que él llama "paciente designado" del lugar en el que su familia le ha situado para poder empezar a resolver el conflicto. "Si viene a la consulta un paciente que consume drogas invitamos a la familia a participar en una serie de reuniones en las que lo importante es hablar e intentar entender al otro, porque si uno no escucha ni entiende al paciente nunca se van a poder modificar las conductas. Así el terapeuta hace de moderador y sobre todo de traductor, porque tenemos que explicar cosas que la familia no percibe".

Cada escuela de terapia familiar utiliza unos métodos diferentes, pero en casi todas la base es la interacción del terapeuta con varios miembros de la familia al mismo tiempo en la consulta. Lo que suele variar es el tipo de técnicas de 'control de calidad' que se usan en el proceso terapéutico así como las formas específicas de intervención.

Para comenzar la terapia suele ser habitual que en la primera entrevista se invite a todos los miembros de la familia que conviven con el paciente. En esa primera reunión, según explica Annette Kreuz, se intenta ver qué piensa cada uno respecto al problema.

A partir de ese momento cada terapeuta pone en práctica las técnicas que considera más adecuadas: técnicas de conversación específicas; técnicas activas en las que se pide a la familia que durante la sesión se comporte como lo hace habitualmente en casa; se pide a la familia que escriba entre una sesión y la siguiente sobre todo lo que ocurre en la casa; se hacen reuniones de grupos multifamiliares en las que se junta a varias familias que padezcan el mismo problema (por ejemplo, un miembro de la familia que sufra anorexia).

La forma de controlar el propio trabajo por parte del terapeuta familiar y asegurar al mismo tiempo la mayor calidad de asistencia puede implicar la utilización de varios métodos: un espejo unidireccional que permite a un equipo observar el trabajo que hace el terapeuta; vídeo grabaciones; cuestionarios sobre cómo ha sido la entrevista para los afectados; técnicas adicionales psicométricas como cuestionarios de ansiedad, depresión, etc.

Estas son sólo algunas de las técnicas que pretenden que se hable del problema y lograr así un aumento de las capacidades de comunicación del conjunto familiar, porque todas las situaciones de enfermedad o situación conflictiva llevan a un distanciamiento entre las personas, señala Kreuz. "Nuestra meta es la mejora de la comunicación y la interacción, porque al trabajar con toda la familia a la vez, la posibilidad de cambiar la situación es mucho mayor".

Esta psicoterapeuta distingue dos tipos de crisis por los que las familias suelen recurrir a la terapia familiar: crisis inesperadas o situacionales (un accidente, atentado, muerte&) y crisis de desarrollo o evolutivas, que son las que tienen que ver con el paso del tiempo y las etapas normales del ciclo vital, por ejemplo la adolescencia, la jubilación o el quedarse con la casa vacía cuando los hijos se independizan.


El protagonismo de la familia

Una de las principales dificultades a la que se enfrentan los terapeutas es conseguir reunir a todos los miembros de la familia, si bien muchos especialistas aseguran que no es imprescindible que acudan todos a las reuniones. En opinión de Roberto Pereira se pueden producir cambios en todos los miembros aunque no acuda toda la familia a la terapia. "A veces para cambiar a alguien no es imprescindible que cambie esa persona, sino que cambiando a otro se consigue el mismo resultado, ya que todos estamos en relación con nuestro entorno. Si modificamos nuestra manera de actuar es probable que los demás cambien también su manera de actuar hacia nosotros. Por ejemplo, a menudo viene una persona a la consulta diciendo que quiere que cambie su mujer o su marido. Este es un mal planteamiento y nosotros les decimos: ¿por qué no trata de cambiar usted? Si lo hace conseguirá cambiar y mejorar la relación entre ellos. Lo importante es que esos cambios sean dirigidos por un terapeuta".

Annette Kreuz asegura que no suele ser tan difícil involucrar a la familia, aunque reconoce que depende del grado de desestructuración de los vínculos familiares. "En algunos casos de toxicomanía grave o enfermedades relacionadas como el sida, suele ser difícil movilizar a toda la familia, pero hay otras muchas situaciones en las que los familiares vienen de manera voluntaria a las terapias porque tienen algo que decir, y generalmente quieren que las cosas vayan mejor. Al principio a todos les cuesta hablar de sus sentimientos en un contexto extraño y profesional, pero hay que romper el hielo y probarlo para saber si puede ayudar".

No se puede hablar de plazos concretos, pero está comprobado que las personas que hacen terapia familiar durante un tiempo prudencial se benefician notoriamente".

El tiempo de tratamiento y la frecuencia de las consultas varía en función del tipo de problema y del modelo que siga cada terapeuta. Así, la psicóloga clínica Kreuz reconoce que es muy diferente tratar un trastorno de alimentación o una enfermedad psiquiátrica grave como el trastorno bipolar, que es algo crónico que no va a desaparecer por hacer un tratamiento.

En cuanto a la frecuencia de los encuentros con el terapeuta familiar, algunos especialistas trabajan semanalmente, otros cada dos semanas, mientras que otros sólo lo hacen una vez al mes.

Efectividad de la terapia familiar y situación legal de la profesión. A pesar de que la eficacia del tratamiento familiar está científicamente contrastada, para los profesionales clínicos que se dedican a la terapia familiar es complicado aportar datos concretos sobre la efectividad de este tratamiento porque, según reconocen, depende mucho del tipo de problema y de la gravedad. La mayoría opina que son más los casos en los que resulta de gran ayuda que en los que no ha servido para nada.

El director de la Escuela Vasco Navarra de Terapia Familiar confirma los buenos resultados en los casos de adicciones, en familias en las que algún miembro esquizofrenia o trastornos de alimentación, en casos de abusos y malos tratos, en familias multiproblemáticas y desorganizadas o en los duelos tras la muerte de un ser querido. Asimismo, ha constatado que es muy efectivo en trabajos con niños, para problemas de conducta, fracaso escolar y dificultades de adaptación.

Durante los últimos años los terapeutas se están encontrando con un nuevo problema derivado del importante aumento de la inmigración en España. Muchas de las familias que vienen en busca de trabajo y una vida mejor se enfrentan a graves problemas de adaptación, tanto padres como hijos, debido al brusco cambio cultural y social. Roberto Pereira considera muy importante la atención a estas familias inmigrantes y por eso la asociación que preside ha puesto en marcha un servicio gratuito de terapia familiar para este colectivo, que generalmente cuenta con menos recursos económicos.

¿En qué momento hay que plantearse la necesidad de recurrir a una terapia familiar?

Los pacientes y sus familias no siempre conocen esta posibilidad. Por tanto debe ser su médico de familia, un psicólogo o incluso un profesor el que les proponga probar este tipo de terapia. No obstante, el doctor Pereira recomienda buscar ayuda exterior siempre que se hayan agotado los recursos internos con los que cuenta la familia y no se encuentre solución al problema a pesar de haberlo intentado. "Cuando la gente tiene la sensación de estar en un callejón sin salida, en un círculo vicioso del que no se puede salir, es conveniente recurrir a la ayuda profesional".

Todos los terapeutas acreditados por nuestra asociación deben cumplir unos requisitos estrictos de formación. La mayoría tiene una formación de origen dentro de las Ciencias de la Salud y Educación (psicólogo o psiquiatra) y han cursado además una formación adicional de postgrado en terapia familiar que suele durar al menos tres años y debe estar supervisada", apunta.


Escuela Vasco Navarra de Terapia Familiar

lunes, 19 de julio de 2010

Milagro

Hace ya algún tiempo que Gloria Stefan nos dejo esta canción sobre los hijos. Si nos damos cuenta la familia crece gracias a ellos. Los hijos hay que verlos como un regalo, un verdadero don.

jueves, 15 de julio de 2010

¿Hablamos bien de las cosas buenas?




Recientemente escuché en una de las conferencias del presidente del Foro Español de la Familia, Benigno Blanco, lo siguiente: “hay que hablar bien de las cosas buenas”. Pienso que anteriormente esto era propio del famoso sentido común. Sin embargo ya muchas de las cosas que vivimos y que en sí mismas son motivo de alegría nos las tomamos con ambigüedad o como una carga pesada.

Somos como esponjas que vamos absorbiendo la parte negativa de la realidad que contemplamos. Tanto es eso que sin darnos cuenta sesgamos esa realidad y la construimos entorno a lo negativo que nos rodea. Un ejemplo claro lo vemos con el tema de la crisis económica, por todos lados, vayamos donde vayamos, este aire de negatividad nos afecta condicionando a ello nuestras decisiones: total que una pareja de novios pueden plantearse ¿Cómo nos vamos a casar si hay crisis? O cuando vemos que una mujer se queda embarazada poco más que menos le damos el pésame en vez de darle la enhorabuena, etc. Creo que esto en mayor o menor medida nos ha pasado.

Verdades parciales

Nuestras vidas, a veces las vamos edificando entorno a circunstancias externas (que no digo que no haya que considerar), pero no son toda la verdad. Y es que cuando el criterio de la Verdad, de lo Bueno, no nos guía, entramos en una fuerte crisis de proyectos vitales, de los ideales y valores.

Vícktor Frankl (del que he hablado en otras ocasiones) decía: “Los pacientes acuden al psiquiatra porque dudan del sentido de su vida, desesperan de poder encontrarlo”; por eso mismo yo diría que vamos buscando sucedáneos amparándonos en esa construcción negativa de la realidad.

Al fin al cabo la vida, nuestra vida, depende mucho de cómo nos la contemos, o cómo nos hablemos a nosotros mismos y a los demás de las cosas que nos preocupan, nos ocurren, etc. Creo que una vez que caigamos en la cuenta podríamos ser capaces de pararnos, que no siempre es fácil por nuestra vida “estresada”.

Momentos propicios

Hay ciertas épocas del año que pueden ser oportunas y se prestan a ello como lo es la estación del verano. Es algo tan sencillo como lo que nos dice Atoine Exupéry en boca de su personaje del Principito: “Los hombres de tu país cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín… y no encuentran en él lo que buscan. Y sin embargo podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua”. Creo que no es un consejo sino una gran verdad pues cuando valoramos lo bueno y lo importante nuestra mirada cambia y nos ayuda a situarnos de otra manera ante nosotros mismos y ante la realidad que se nos presenta. Por ello confiemos en que este verano aprovechemos el tiempo para construirnos sobre la base sólida de aquello que nos ayude a valorar lo que es verdaderamente bueno y darle el significado en positivo que se merece.

María del Carmen González Rivas
Psicologa

lunes, 12 de julio de 2010

Formación en modelo sistémico-relacional

La importancia d ela intervención con familias, nos indica que es primordial para los profesionales que nos movemos en este ámbito, recibir una buena formación para convertirnos poco a poco a poco en terpaeutas familiares, desde ahi os recomendamos este curso que no tiene desperdicio alguno.

Más información:www.asistenciafamiliar.org

jueves, 8 de julio de 2010

En busca de los sueños

Siempre se ha dicho que lo que uno quiere algo le cuesta... y así segun aprendemos a vivir nos damos cuenta que queremos conseguir alcanzar una mayor felicidad, no siempre la buscamos por los caminos adecuados, pues a veces el cansancio, la decepción puden vencernos y sucumbir a nuestros sueños e ilusiones. A veces el que rige todo esto es nuestro pensamiento, el "como me cuento la vida".

La vida puede merecer la pena si uno se abre a a la puerta de Amor, de los valores relacionados con ellos que nos invitan a crecer y favorecer en nosotros un cambio de actitud y de ver la cosas de otra manera.

Esto es algo que trata este pequeña escena de la peílcula "En busca de la felicidad".


domingo, 4 de julio de 2010

Palabras que invitan a la amistad

Querido Principito: Yo no sé porqué, la mayoría de la gente va corriendo de un lado a otro. Todo el mundo tiene prisa, mucha prisa. ¡A tope, a toda máquina!
A veces, la Tierra parece un planeta de seres imprescindibles. Sin embargo, cuando alguien cae enfermo o muere, la vida sigue su ritmo sin tener en cuenta que, en un determinado lugar, una persona…- ¡millones d personas!- ha dejado de apresurarse.

Corremos tanto, que es fácil no ver, no escuchar, no dialogar, no acariciar, no sentir, no pensar…y en consecuencia, no amar.
El amor necesita un ritmo, una cadencia que no sabe de prisas.
Yo- se dijo del Principito-, si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, andaría despacito hacia una fuente…
Si también yo tengo sed…¡Busquemos un pozo!...

A veces, nos encontramos solos entre la gente…, como en un desierto. No vemos nada. No oímos nada. Pero el desierto oye, aunque los hombres no oigan, y un día se convertirá en un desierto de sonidos (Miguel de Unamuno). Y sin embargo, algo resplandece en el silencio…

Un pozo de amistad se esconde en algún lugar; como un tesoro escondido. Es necesario buscarlo…, casi en secreto. Rebosaremos de alegría cuando lo descubramos. Sentiremos en el fondo de nuestro corazón; al mismo tiempo, este aumentará su caudal, al ir estableciendo nuevos lazos de amistad.

Los hombres de tu país- dijo el Principito- cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín…y no encuentran en él lo que buscan…
- No lo encuentran…, respondí.
- Y, sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua…
- Desde luego respondí
Y el Principito añadió: Pero los ojos están ciegos: hay que buscar con el corazón.
El corazón encuentra lo que buscamos, si le dejamos amar.

Uno se expone a llorar un poco-puede que mucho- cuando se ha dejado domesticar…
Nos exponemos a llorar pero también a reír, a soñar. Eso es la felicidad.
A veces, no sé por qué, guardamos nuestros sentimientos en lo más grade de nuestro ser. Y sin embargo, todo está listo, como en el pozo; la polea, el cubo y la cuerda…

Cuando alguien nos quiere, nos da la oportunidad de amar. Gemimos como esa vieja veleta- casi olvidada- porque el viento ha estado durmiendo mucho tiempo.
¿Lo oyes?- dijo el Principito-. Despertamos a este pozo y se pone a cantar…
Es bueno para el corazón como un regalo.


Kika Tomás y Garrido del libro cartas al “El Principito”

jueves, 1 de julio de 2010

El camino.... se hace al andar

Se dice que la vida es vida porque queremos vivirla porque estamos vivos, porque todo es un continuo aprendizaje. Porque siempre hay que decir sí a la vida, proponerse que todo puede salir mejor, si uno se atreve, si uno aprende a caminar.